El sector extractivo: La industria berrinchuda
Fabian Simeon / Integración Solidaria
El polémico spot televisivo sobre la minería en el país puesto en nuestras pantallas durante uno de los partidos de la Copa América 2011 junto a algunas noticias de los últimos días me motivó a hacer la comparación de la industria extractiva peruana como un pequeño niño malcriado o berrinchudo. ¿A que me refiero?
Varias regiones del país han iniciado o culminado procesos de Zonificación Ecología Económica (ZEE). La ZEE es una herramienta que ayuda a definir qué actividad productiva se debería desarrollar y en qué zona, para así potenciar los beneficios de las actividades económicas y evitar conflictos socio-ambientales, siempre y cuando los procesos se hagan de manera participativa. Eso implica que la población en base de argumentos técnicos puede plantear sus preferencias políticas y definir zonas en las cuales se excluyen diferentes tipos de actividades. Aquí comienza mi comparación de la industria extractiva con un niño.
En los casos en los cuales la población exige zonas sin minería, expresado mediante consultas populares o durante los procesos de ZEE participativas con sustento técnico, las empresas extractivas comienzan a criticar estos procesos o pronunciamientos de la población y hablan de limitaciones para el crecimiento o perjuicios para la economía. El pronunciamiento del Grupo Norte, un grupo de interés de empresas mineras que actúan en la zona norte el país, del 15 de julio del 2011 refleja muy bien esta posición: “Tampoco debemos dejar de considerar que el proceso de la Zonificación Ecológica Económica NO es un instrumento para excluir ninguna actividad productiva. Más bien, es una herramienta que sirve para potenciar todas las actividades que se pueden desarrollar en un territorio. El objetivo final es estimular el desarrollo de las diferentes actividades productivas e incrementar el bienestar de la población de todas las regiones."
De mi poco conocimiento técnico como ciudadano, entiendo que cada intento de una zonificación es como un registro de las diferentes zonas ecológicas, sus características y sus potencialidades para actividades económicas. Incluyendo o siguiendo a una ZEE entonces se tienen que definir qué zonas son aptas para cierto tipo de actividades y lógicamente hay zonas que son más aptas para industrias extractivas y hay zonas que se verían absolutamente perjudicadas si se desarrolla una actividad extractiva, tanto que hay que excluir la industria extractiva en dichas zonas, por ejemplo las zonas de glaciares, de humedales o con alto valor de biodiversidad.
El pronunciamiento del Grupo Norte cuestiona toda la posibilidad de excluir ciertas actividades económicas. Así todo proceso de zonificación no tendría ningún sentido. Por ello, eso me recuerda la reacción de la industria extractiva a un niño que comienza a llorar y quejarse cuando le prohíben hacer algo que perjudica a otros.
Deberíamos reflexionar, por qué viene tanto "llanto" por parte de la industria extractiva si se excluyen algunas zonas para la extracción de recursos. La razón está en la lógica del actual modelo. La industria está explorando todo el territorio concesionado para registrar yacimientos y su probable valor económico siendo que, la explotación de estos, se prioriza según la rentabilidad económica de cada lote o concesión. Los yacimientos con los menores costos para extraer los recursos naturales se explotan primero. El sistema extractivo actual tiene la plena libertad de definir en qué zonas se explotan recursos naturales porque una gran parte del territorio peruano está disponible. Los aspectos socio-ambientales sólo son un factor de gastos en forma de consultas y de relaciones públicas que hay que minimizar.
Juguemos ahora un poco con un cambio de las reglas del juego: imaginémonos un sistema en cual primero se zonifica el territorio según la vulnerabilidad ambiental y cultural. Zonas con el más alto valor ambiental o cultural se excluyen para actividades extractivas. Toda actividad extractiva sólo se puede desarrollar en las zonas con la mínima vulnerabilidad ambiental y cultural hasta que todos los yacimientos en estas zonas estén agotados. Sólo después se puede entrar en otras zonas para explotar nuevos yacimientos. En un sistema tal, la explotación de recursos naturales será más restringido que en el actual sistema pero permitiría el aprovechamiento más cauteloso de los recursos a largo plazo, un hecho que estará favoreciendo al estado peruano.
Según un reporte de las Naciones Unidas (“Decoupling: natural resource use and environmental impacts from economic growth”, 2011) se triplicará la demanda por recursos naturales hasta el año 2050, implicando también precios mucho más altos que en la actualidad. Cada kilo de cobre que no se explota hoy tendrá mucho más valor en el año 2050. Además, se habrán desarrollado nuevas tecnologías de extracción más sostenibles y menos impactantes. Entonces no hay absolutamente ninguna razón para apurarse tanto como el gobierno anterior lo hizo para explotar los recursos de la tierra peruana. Pero otra vez la industria extractiva se comporta como un niño que llora porque quiere algo ahora, en este preciso momento y no quiere esperar.